Hasta este lunes a las 18 podrá ser visitada en la Sala Emilio Frey –Centro Cívico- la muestra “Inflexiones de un territorio” a cargo de Cinco en Tránsito, grupo de artistas locales integrado por Soledad Escudero, Carlos Iriarte, Moma Mozetich, Patricia Piñero e Ingrid Roddick.
“Todos tenemos algo que inventariar para la memoria del lago. La contradicción es parte de lo humano” resumen desde la exposición que recibe al visitante con un fardo de botellas recicladas debajo de un panel que, con palabras, describe ambientes. “Tarde de playa” remite, mediante “objetos recontextualizados”, tanto al disfrute junto al lago Nahuel Huapi como a rastros humanos indeseados en el ambiente natural. Una realización conjunta con integrantes de la Asociación Recicladores Bariloche.
Llega la ola lenta, 459.000 centímetros cúbicos, desagua el agua diáfana, los juncos se hacen nube, gélido, escozor, palitos gastados, tormenta repentina, sol agobiante, cielo, corro, duermo, lagartija al sol, molle, leo, va y viene, tábanos, viento, al agua pato, arena, a la sombra de un coihue, la montaña se recorta, gaviotas, camino descalzo, restos de un bosque antiguo. Texto ubicuo de situaciones cercanas.
Inmediatamente traspasado el ingreso, cemento y tejido desplegado en “El río es memoria, la memoria ¿es huella?» –representación del río Limay que une dos ciudades-, cuyo curso invita a dirigirse a “Recobrando evidencia xianótica” -sección que contiene variedad de objetos que podrían poblar el fondo del lago- previo tránsito por postales que los describen. Como “Sombrero para no andar en cabeza. Una amiga de la zona me dijo que cuando llueve o nieva no tengo que andar en cabeza. Y me explicó: sin zapatos estás en patas, sin camisa en cuero. Sin sombrero, en cabeza”.
Comparten espacio motherboard, jeans, candelabro, juguetes, hélice rota, libro, esquí, lámpara de Alfredo, respaldo de silla, ancla de piedra –“hallazgo fortuito, ancla historias del pasado en la memoria de la piedra”-, dentadura, cámara de fotos, jarrito, lata, botella, remo, cafetera, vasija, casette, rallador, raqueta, zapatilla, llavero con llave –“muchas veces uno tiene la llave de la casa de una amiga. A veces perdemos a la amiga pero no la llave”, arnés de windsurf, dinosaurio, zapatos de fiesta, abanico, mochila, paraguas o cigarrera.
Referencias que más adelante en el trayecto toman forma física como evidencia. En azul, tonalidad adquirida en profundidad, en ir y venir de masa acuosa.
Enfrente, un cuaderno desde donde invitan a dejar “palabras para sumar a la reflexión colectiva” porque, consideran los expositores, “la obra sólo se completa con las percepciones y pensamientos de quienes la recorren”. Respondiendo, Berta consignó: impactante, muy creativa y original manera de exponer la preocupación ambiental.
Residentes en esta ciudad, los cinco artistas decidieron iniciar proyectos conjuntos reflexionando sobre habitar en la zona haciendo hincapié en el medio ambiente y aspectos sociales de la comunidad.
Desde el folleto desplegable a disposición del visitante, Cinco en Tránsito describe su propuesta. “Habitar el espacio no sólo se trata de las relaciones geométricas o de volúmenes a las que damos entidad; se trata también de la construcción de una topografía vivencial, donde la proyección de la mirada nos lleve a la inconmensurabilidad del universo. Universo a descubrir en el espejo nocturno del silencio, tanto como en la escucha del incesante ir y venir de la masa acuosa que restalla en las orillas del Nahuel. Mientras en el gélido azul de las profundidades, inquietantes vibraciones cordiales unen puntos de nuestra geografía personal, a veces compartida.
“El cabo transmuta en línea de la vida, límpido brota de las fauces del tigre, para fundirse con aquel que viene poderoso a su encuentro, dando a luz al profundo azabache. Límite, huella, surco, cuyos orígenes y muerte son amarre en la memoria de los habitantes del sur, inevitablemente surge la idea de una arqueología postprocesual, rescatando los objetos de la memoria, algunos recuerdos de infancias propias y de otros, espacios y momentos a modo de inventario donde creemos anida parte de nuestro ser barilochense.
“Pero a saber: la contradicción es parte de lo humano y se nos cuelan inflexiones acerca de la huella ecológica, los desechos, los girones de maltrato a nuestro lago. Se entreveran lo bello, lo feo, lo grato, lo doloroso, el festín turístico y la desidia cotidiana. ´Tarde de lago´, 459.000 centímetros cúbicos de frescura, de tristeza, de podredumbre y esperanza”.