Un fragmento de transcripciones de grabaciones realizadas por el periodista Pastor Méndez entre 1978 y 1979 en Villa Llanquín. El entrevistado: don Helmut Riechert a sus 74 años, quien había arribado a la zona en 1925 junto a su padre Pablo. La navegación por el río Limay y el retorno a Villa Llanquín desde Neuquén a pie, forman parte de su relato.
“Conversación con Helmut Riechert en Villa Llanquín, grabaciones realizadas en 1978/79 (tenía 74 años)”, así dejó identificado este texto el periodista. Lo reproducimos respetando el formato e incluyendo aclaraciones y aportes.
Llegué a la zona en 1925 (tenía 20 años) con mi padre, Pablo Riechert, que era arquitecto de obras públicas en Chile y yo recién egresado de la Escuela de Agronomía, de Chillán. Vinimos y acá nos encontramos con que nos pescó el invierno… Llegamos directamente a Villa Llanquín.
Mi padre después se fue a trabajar a Bariloche, a la empresa Bianchi-Gelaín (aserradero) y yo me quedé “invernando” por esta zona. Mi padre entró después como arquitecto honorario de la Municipalidad de Bariloche, para entregar esos solares que (otorgaba el gobierno a los primitivos pobladores, a cambio de que cercaran y construyeran vivienda. Aquellos “solares” eran propiamente tales, cada manzana dividida en cuatro; es decir terrenos de 2.500m2 que permitían, además, cultivos de huertas, frutales, etcétera). Al principio, en 1925/26 había muy poco movimiento.
Nosotros tuvimos un problema… a mi padre le retiraron los documentos personales de identidad por una falsa denuncia de espionaje. Y se lo hizo ir a Neuquén para devolverle los documentos. Entonces en el aserradero construimos dos botes y nos fuimos (para allá). Salimos del mismo muelle (del aserradero), frente al Ñireco.
Llegamos a Neuquén y nos dijeron que los documentos estaban en el Ministerio de Guerra en Buenos Aires. Entonces yo alquilé una chacra en Neuquén, estuve un año, mi padre se fue a Buenos Aires y allá promovió algunos trámites para poder recuperar su patente profesional de arquitecto. Pero eso no lo consiguió hasta varios años después, y yo en cambio me volví a Villa Llanquín, de a pie, porque había quedado de novio y vine a casarme.
-¿Por qué a pie?
– Porque entonces no había locomoción posible (salvo el caballo u, ocasionalmente, alguna tropa de carros). Venía Amaranto Suárez con los viejos Mercedes (automóviles) pero cobraban demasiado para nuestras posibilidades. Entonces me vine a pie con un muchacho que yo había hecho venir de Chile, de la Escuela de Agronomía, con quien trabajamos la chacra en Neuquén, donde está ahora el Balneario Municipal. Pero tuvimos mala suerte porque nos creció el río Limay en el mes de noviembre y después el viento nos arruinó toda la cosecha, así que quedamos prácticamente de brazos cruzados.
Con miras de casarme empecé a trabajar en la Piscicultura con míster Franck Brophy (ubicada en terrenos de la Estancia El Cóndor).
El 27 (1927) me casé; entonces como no se admitía personal casado en la Piscicultura empecé a trabajar con don José Saito y Tomás Marchesini en las chacras de la estancia El Cóndor (hasta 1929).
(La piscicultura estaba arriba de la loma al sur del aeródromo Nahuel Huapi (Aeroclub); allí hay -creo que todavía- un pequeño curso de agua que nace de un “menuco” y mallín que fertiliza todo el sector. Las chacras de la estancia estaban al pie del faldeo, al sur de las vías del FC, desde el paso a nivel hasta un poco antes de La Ponderosa, actual barrio Las Chacras, precisamente. En la parte superior de la loma con hermosa vista al lago estaba el “chalet de Molina” (Conrado), dueño de la estancia antes de Staudt & Compañía. Ese chalet fue después de don Luis Peyrano, y luego destruido por un incendio.
La “marca” de los animales de la estancia El Cóndor continuaba siendo, hasta fines del siglo XX la misma de don Conrado Molina (una C y una M vertical, algo así: C3); originalmente, el establecimiento era llamado estancia La Pampa y el casco (destruido después por un incendio) estaba en lo que los puebleros llaman “la alameda”, al noreste del aeropuerto, pero del otro lado del río Ñirihuau. Por eso la gente del pago le llamaba la Pampa Vieja ya que luego del siniestro el “casco” fue trasladado al lugar que ocupa actualmente, al extremo del mallín, hacia el sureste).
Riechert: En 1929 me fui otra vez en bote (esta vez) con mi señora hasta Neuquén y desde allí hasta la estancia La China, de Natalio Botana, en Valle Azul (era el dueño del diario Crítica). Ahí trabajé de colmenero un año, y después seguí en bote hasta Viedma. Después volvimos y estuve una temporada acá en Villa Llanquín de chacarero de mis suegros (Avelino Sáez y señora).
Después inicié viajes por el río con botes para la venta que construía acá o en Bariloche, y llegaba con los botes hasta Neuquén, Roca, Choele Choel, Conesa…
Con mi padre construimos la balsa de la Estación Juan de Garay, en río Colorado. Después construimos con el ingeniero Fischer una balsa, en Valle Azul. Eso se llamaba en aquel tiempo Kilómetro 1079 (Por esa balsa, que seguía llamándose km 1079, se pasaba el río Negro para ir desde Villa Regina a la estancia La Margarita, en la que estuvo mi papá y en la que pasé un mes de febrero de vacaciones. Era del alemán -sindicado como nazi, amigo de Perón, a quien dicen que financió parte de su primera campaña proselitista, Ludovico Freud; su hijo Rodolfo, Rud, fue secretario privado de Perón).
Sigue Riechert: después en 1933 me fui a construir la balsa de Paso Córdoba (frente a General Roca); estuve primero un año a cargo de la balsa vieja. De ahí en 1936 me fui a Viedma con los deslizadores Querel, una lancha con casco aerodinámico pero con motor de aviación, que proyectamos para hacer viajes de turismo hacia Bariloche (motor de 440 caballos, de la firma Packard; eran motores radiados de la marina argentina, que se usaban en los hidroaviones Sunderland; el gobierno argentino los radió porque consumían demasiado; gastaban 140 litros de nafta azul).
-¿Cómo era la embarcación?
-Lisa, un casco plano, con una pequeña inclinación. Es un detalle de la construcción, y queríamos interesar al gobierno de la provincia (entonces Territorio Nacional); en ese tiempo estaba el gobernador (Adalberto) Pagano, que fue socio nuestro y se formó una compañía para navegar el río Negro, pero después cuando se pidió la concesión para navegar, el Senado la rechazó porque iba en contra de los intereses del Ferrocarril del Sud, de los ingleses.
-¿Lo debatió la Cámara?
-No, directamente lo denegó. Nosotros pensábamos hacer el viaje como hoy se hace el transporte de empuje en el río Paraná, queríamos hacerlo entonces en el río Negro; con embarcaciones “de empuje”. Después hubo otros empresarios en Patagones que reflotaron el viejo casco que era del vapor Río Negro, que era del ministerio de Obras Públicas y había navegado allá por el año 1890, le pusieron el Tehuelche y navegaron muchos años hasta Choele Choel. Pero una vez lo cargaron con madera, quisieron ir a Bahía Blanca y en la Bahía San Blas se hundió, naufragó.
Viajes con madera por el Limay
Yo llevé viajes de madera desde 1936 hasta hace muy poco todavía… incluso puedo decirle que las balsas que están ahora en Paso Miranda o la que está en Paso Chacabuco, las llevamos a remo de acá con mis hijos pasando todos los rápidos del Limay, llevando incluso a bordo a Ramón Marful y su señora (Irma Criado) que han de tener sus buenos recuerdos de cuando pasamos el rápido del Traful porque con el solo golpe de la embarcación se fueron de bruces al suelo…
Hice muchas jangadas desde Paso Chacabuco para la maderera Allen, entre 1954/58; después he bajado con las balsas también con algunos Barbagelata (pobladores de la margen norte del lago Nahuel Huapi)…
La primera fue en 1932, incluso llevé una carga de ocho botes acollarados (atados entre sí) con catorce personas a bordo hasta Allen.
-¿Cantidad de madera?
-Llevábamos veinte a veinticinco toneladas de álamo; pero se llevó también de acá postes y madera de ciprés del aserradero Capraro. Esa madera de Capraro la saqué yo el año 1927/28, hasta Neuquén.
-¿Materiales para alambrados?
-Sí, también llevábamos varillas y postes; y postes de telégrafo también, mucho.
Trabajamos con Tito Barbagelata y algunos de sus hermanos…
Salíamos desde Bariloche; en ese tiempo todavía venía el Cachirulo, el viejo vapor de Bariloche nos traía hasta la boca del Nahuel Huapi (nacimiento del Limay).
-¿Cómo era el viaje, difícil?
-No, pero sí sufrido. Muchas veces nos hemos llevado varaduras y debimos estar horas y horas y a veces el día entero con el agua hasta la cintura para zafar de varaduras…
Normalmente tardábamos seis días hasta Neuquén. Pero desde Paso Chacabuco muchas veces tardamos cinco días, viajando bien.
Desde Bariloche teníamos siempre el problema de que el río tiene unas partes muy feas acá arriba en el Valle Encantado; pero lo pasamos siempre bien. Yo siempre le tenía más respeto a las varaduras, a las partes bajas y no a las rocas…
La jangada tenía por lo general seis metros de ancho, y diez, veinte, treinta, y hasta cuarenta metros, de largo.
-¿Hasta cuarenta metros?
-Yo he llevado varias de cuarenta metros.
-¿Cómo iban guiándolas?
-Con remos, remos de siete, ocho metros… se va remando. Por lo general se llevan tres remeros adelante y dos atrás…
En Collón Cura, en el año 59 parece que fue, una balsa de treinta metros nos tragó íntegramente. Las Brujas … el paraje Las Brujas es un acantilado muy alto (la junta del Limay con el Collón Cura en aquella época, hasta la obra hidroeléctrica) y de acuerdo a las diferencias de temperatura y de fuerza del Limay y el Collón Cura no se mezclan las aguas. El agua tibia va siempre más arriba, y el agua fría va abajo. Entonces choca en los acantilados de Las Brujas, más o menos a tres kilómetros de la confluencia (aguas abajo) y ahí hay enormes remolinos, borbollones, y ahí nos tragó un tramo completo: diez por seis metros, o sea sesenta metros cúbicos de álamo seco, de un metro de diámetro, nos plegó debajo (del resto de la jangada).
No podíamos salir, porque el acantilado no deja salir a ninguna parte; giró la balsa pero ya quedamos con esa parte de los remos inservibles; después, sola giró la balsa y en media hora tragó el otro tramo, así que quedamos con tres tramos superpuestos.
Entonces a la oración nos sacó la misma corriente y quedamos varados a una legua de distancia en el medio del río.
Íbamos cinco tripulantes: dos hijos míos y dos peones, uno Montesinos y otro, Sepúlveda de acá de Paso Chacabuco.
-¿Y sus hijos?
-Herman y Alfredo.
En el 59 creo que fue; eso está relatado en el diario La Prensa, por Calvetti, de Autoclub que escribió, creo que hace cuatro años, sobre el viaje que hice yo con el doctor (Oscar Fermín) Lapalma en 1933. (Oscar Fermín La Palma era fiscal en Río Negro, a raíz de ese viaje -por el Limay y el Negro hasta Viedma/Patagones- escribió el libro La Leyenda del Limay).
-¿Fue el primero?
– No, yo había hecho antes ese viaje…
Salimos de Bariloche; armamos el bote en el Banco de la Nación, después nos vinimos hasta Nahuel Huapi y ahí empezamos el raid directamente.
-¿Tardaron?
-Quince días, ciento once horas efectivas de remo.
Eso fue muy lindo… hoy día se podría hacer más fácil porque se ha hecho la gran regata de Neuquén a Viedma, pero ahí lleva un apoyo que nosotros no teníamos… nosotros comparamos esto con aquella vez que andaba la perrita Leika allá arriba (en el satélite lanzado por la URSS) y ahora andan los astronautas dando vueltas por el espacio. Nosotros íbamos sin salvavidas, sin ninguna cosa, a fuerza de pulmón; pero que yo conocía el río sí, ya lo había hecho varias veces.
-¿Cuándo?
-La primera vez fue en 1926 que fui hasta Neuquén; después en el 27 cuando me casé me fui con mi señora hasta Viedma; luego en 1928 hasta Neuquén con una hija que ahora anda por acá, que entonces tenía tres meses; y después me fui con siete botes, con la mamá de Noemí Molina y diez personas más, todas de Villa Llanquín.
-¿Había antecedentes?
-Sabíamos que lo habían hecho antes pero que en esas partes más bravas se han bajado; no han pasado los rápidos como pasábamos nosotros. Nosotros pasábamos los rápidos a fuerza de brazo y remo porque es más peligroso desviarlo por las costas que cruzar derecho…
-¿Botes, dimensiones?
-Chatas de cuatro, cuatro y medio, cinco metros; botes chatos. Nosotros les decimos botes pero “más abajo” le llaman chatas; porque el bote es el de quilla.
-¿Las chatas andan mejor?
-En el río sí; porque como hay partes muy bajas, la quilla es propensa al vuelco. He vendido muchos de esos botes y la mayoría los construí en el aserradero Bianchi/Gelain, y después adonde ahora está Gendarmería Nacional (el Escuadrón 34).