Relato del general Gregorio Espejo, quien fuera subordinado del general San Martín en el Ejército de los Andes.
Entre el 12 de enero y el 8 de febrero de 1817 el Ejército de los Andes de las Provincias Unidas del Río de la Plata realiza una serie de maniobras preparando la marcha hacia la cordillera de los Andes desde la región de Cuyo a Chile para enfrentar a las tropas realistas leales a la corona española.
El plan había sido elaborado por el general José de San Martín en el marco de la Expedición Libertadora de Chile y el Perú y es considerado una de las mayores hazañas de la historia militar universal.
Ostentando el cargo de Gobernador intendente de Cuyo desde el 11 de agosto de 1814, concedido por el director supremo Gervasio Antonio de Posadas, el general San Martín arribó a Mendoza el 7 de septiembre de 1814. Producto de la derrota de las fuerzas patriotas chilenas en la batalla de Rancagua, el vecino país queda nuevamente en poder de los Realistas.
El incipiente ejército cuyano sumó a sus filas a los integrantes de las tropas chilenas que habían cruzado la cordillera al mando de Andrés del Alcázar y Bernardo O´Higgins. Otra facción, comandada por José Miguel Carrera, decidió no formar parte del nuevo ejército.
También fue incorporado el Batallón de Auxiliares que había retornado de su misión en Chile bajo las órdenes del coronel Juan Gregorio de Las Heras por órdenes del gobierno de las Provincias Unidas. José de San Martín nombró al jurisconsulto argentino radicado en Chile, doctor Hipólito de Villegas –desterrado por los hermanos Carrera- apoderado del Ejército de los Andes para administrar los fondos recolectados para el sostenimiento de las tropas.
Con Juan Martín de Pueyrredón como Director Supremo, San Martín recibió pleno apoyo del gobierno central para consolidar las fuerzas. Mendoza aportó la colaboración de su población que realizó las más variadas tareas.
A mediados de 1816 el Estado Mayor fue instalado en el campamento de El Plumerillo. El grueso del ejército cruzó los Andes por los pasos de Uspallata y Los Patos atravesando más de 500 kilómetros de cordillera y pre cordillera.
El cruce de los Andes y la libertad de Chile (Relato del general Gregorio Espejo, quien fuera subordinado del general San Martín en el Ejército de los Andes, en el «El Cruce de los Andes«). El Segundo Triunvirato, el 29 de noviembre de 1813 creó la Intendencia de Cuyo, integrada por las provincias de San Juan, San Luis y Mendoza, con capital en esta última. El 10 de agosto de 1814 fue nombrado José de San Martín (por entonces en Córdoba, recuperándose de algunos problemas de salud) como gobernador – intendente de la nueva región. Impulsó en forma apreciable el desarrollo de la agricultura, la ganadería, el comercio y la minería durante su gobierno de Cuyo.Se debió también a San Martín la realización del primer catastro provincial, así como la creación del Colegio de la Santísima Trinidad, en la ciudad de Mendoza. Llevaba un mes en su nuevo cargo San Martín, cuando arribaron a Mendoza los patriotas chilenos derrotados por los realistas en la batalla de Rancagua. Con la llegada de estos emigrados comienza San Martín la preparación de un ejército que, cruzando la cordillera de los Andes, intentaría la liberación del territorio vecino, para pasar después al Perú, idea ésta que desde tiempo atrás tenía la intención de realizar. Para llevar adelante este proyecto habría que crear dos frentes de operaciones: el del oeste y el del norte. Para el primero se prepararía en Cuyo un ejército que cruzaría la cordillera, apoyaría a los chilenos en su lucha contra las tropas del virrey del Perú y, finalmente, marcharía hasta Lima.
Una vez iniciada esta expedición, por el norte se avanzaría hacia el Alto Perú. O sea que el plan sanmartiniano era concebido como un movimiento de pinzas que deberían cerrarse sobre el Perú para terminar con el poderío borbónico en América. Se llamó a este proyecto Plan Continental. La organización del Ejército de los Andes recibió gran impulso al ser elegido Juan Martín de Pueyrredón como Director Supremo, quien dio apoyo financiero, no obstante los escasos recursos de que disponía el país.
El ejército de los Andes se formó con tropas de los ejércitos del norte y del litoral, con la base para la caballería de los cuatro escuadrones del regimiento de Granaderos a Caballo (creado por San Martín), pero el mayor aporte lo hizo la misma Cuyo, con un gran número de voluntarios, incluidos los negros esclavos y los libertos, que hasta entonces poco eran tenidos en cuenta.
Llegó así a reunir San Martín un ejército de aproximadamente 5.500 hombres (entre hombres de tropa y milicias), 10.600 mulas (fundamentales para el cruce de los Andes, ya que por estar adaptadas a la altura, podían cargar con todo lo necesario), 1.600 caballos (de los cuales llegaron a Chile aproximadamente 800, pérdida esta que ya había calculado San Martín) y 700 cabezas de ganado, además de la artillería y provisiones. Enorme ayuda prestó al Libertador, fray Luis Beltrán, a quien se encargó la elaboración de cuanto material de guerra y utensilios se pudieran necesitar para el cruce. En el campo de El Plumerillo, cercano a la ciudad de Mendoza, instaló San Martín el campamento de preparación del ejército.
La preparación de las tropas estuvo terminada a fines de 1816. Para efectuar el cruce, San Martín repartió su ejército en cuatro columnas menores y una mayor, a su vez subdividida, que avanzaría por los pasos cordilleranos de Uspallata y Los Patos. Las menores lo harían, respectivamente, desde La Rioja por el paso de Come Caballos; desde San Juan por el de Guana y desde el sur de Mendoza por los del Portillo y del Planchón. Había confiado San Martín al ingeniero Álvarez Condarco la inspección previa de estos pasos de montaña, por los cuales haría pasar su ejército, superando alturas de más de 5.000 metros, soportando en la noche temperaturas de hasta 20 grados bajo cero.
No registra la historia universal una empresa que pueda ni siquiera acercarse a lo realizado por el Ejército de los Andes. Acompañaron a San Martín en el mando del ejército libertador Miguel Estanislao Soler, Juan Gregorio de las Heras y el chileno Bernardo de O`Higgins. El grueso de las tropas partió el 18 y 19 de enero de 1817.
Tras cruzar la cordillera, San Martín venció a un ejército realista en la batalla de Chacabuco, librada el 12 de febrero, y dos días después entró en Santiago. Como no quiso aceptar el mando político que le fuera ofrecido, se eligió Director Supremo a Bernardo O’Higgins. Mientras la lucha continuaba al sur de Santiago, donde se habían hecho fuertes las tropas del virrey del Perú, San Martín viajó a Buenos Aires para gestionar la ayuda necesaria a fin de continuar su plan. Al volver a Chile debió enfrentar a las nuevas fuerzas enviadas por el virrey Pezuela.
Cuando San Martín se aprestaba a atacar al ejército que dirigía el realista Osorio, éste lo sorprendió el 19 de marzo de 1818 en Cancha Rayada y provocó el desbande de rioplatenses y chilenos. El Libertador reorganizó rápidamente su ejército y el 5 de abril siguiente obtuvo una gran victoria en la batalla de Maipú. Con este triunfo quedó asegurada la libertad de Chile.
Comentario de los preparativos para el cruce
«Después del estómago, ocupóse de los pies, vehículos de la victoria. Dispuso, para suplir la falta de calzado y no gravar al erario, que el Cabildo remitiese al campamento los desperdicios de cuero de las reses del consumo diario, para construir con ellos tamangos, y que los mismos soldados preparaban. Llevóse la economía al último grado a que jamás ha llegado, para demostrar, cómo se pueden realizar grandes empresas con pequeños medios. Publicóse por la orden del día y se proclamó por bando a son de tambores, que se reuniesen en almacenes los trapos viejos de lana para forrar interiormente los tamangos. Con los cuernos de las reses, se fabricaron chifles para suplir las cantimploras, indispensables en las travesías sin agua de la cordillera. “Por un bando, mandó recoger todo el orillo de paño que se encontrase en las tiendas y las sastrerías de la ciudad, que distribuyó entre los soldados para suspensorios de las alforjas. El asunto que más lo preocupó fueron las herraduras de las bestias. Celebró conferencias con herreros y arrieros, y después de escucharlos atentamente, adoptó un modelo de herradura, que envió al gobierno, encargando a un oficial la llevase colgada al pecho como si fuese de oro y la presentara al Ministerio de la Guerra».
Fuente: Manual de Historia Argentina (cd), editorial Albrematica. |