El 11 de octubre de 1943 iniciaba su transmisión LU8 Radio Bariloche, acontecimiento que marcó la vida de residentes locales y oyentes en amplia geografía. El homenaje de Bariloche Semanal a la labor de quienes contribuyeron al crecimiento de la región a través de un cuento. Fue publicado por la Municipalidad de San Carlos de Bariloche en la compilación Donde tu Historia Hace Historia.
Recuerdo claramente aquel 11 de octubre de 1943. Había estado particularmente atento a las agujas del reloj. Sabía que este día sería algo especial porque en las calles y lugares de reunión las charlas desembocaban invariablemente en el mismo tema. Hoy comenzaría a transmitir la radio en el pueblo. Ya no sería necesario sintonizar las emisoras de Buenos Aires casi al anochecer o las del vecino país para contar con la compañía de la que gozaban pocos habitantes.
La novedad corría de boca en boca. Expectantes, los residentes realizaban sus tareas cotidianas atentos al acontecimiento. LU8 Radio Bariloche se unía así a LU4 Comodoro Rivadavia y LU12 Río Gallegos cuya señal distintiva era “Una Voz Argentina en la Patagonia”. Pertenecían a la Compañía Broadcasting, creada por la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia.
No sé muy bien cuántos éramos los pobladores de San Carlos de Bariloche por entonces pero con seguridad no llegábamos a los diez mil. Aunque había dos periódicos locales, nos anoticiábamos de las novedades de Buenos Aires y el resto del país por los diarios y publicaciones que llegaban en tren. Este había arribado a la ciudad por primera vez el 5 de mayo de 1934.
Pero en ese momento yo no pensaba en quienes disfrutábamos de las comodidades de este pueblo sino que mi imaginación viajaba a través de polvorientos caminos y llegaba a la estepa y más allá. Pensaba en los sacrificados pobladores del campo. En las personas que de ahora en más dejarían de estar tan solos al recibir en sus casas las voces que con el tiempo se harían amigas. El tiempo me daría la razón.
Pero, claro, había que vivir el día. Preparé el mate y esperé. Como a las 10 comencé a guiar el dial hacia el número que me habían indicado. Una voz desconocida anunciaba la marcha Patagonia y se me puso la piel de gallina al escuchar los acordes y prestar atención a la letra. ¡Qué orgullo sentí por formar parte de los privilegiados habitantes de esta tierra!
El director era Tomás Gonzalo, una persona muy capaz según fuimos comprobando. Además de desarrollar tareas periodísticas, escribía libretos que luego eran representados por jóvenes aprendices y destacados artistas locales que sumaban sus voces con gusto ante la calidad de sus obras. Venía de Comodoro Rivadavia donde había trabajado en la radio, hermana mayor de la local, junto al primer técnico que tuvo esta radio, Américo Nardini. Estuvo aquí hasta 1950. En noviembre renunció porque el gobierno de entonces expropió casi todas las radios privadas que había en el país. Cosas de la política.
Otra de las personas que recuerdo con afecto es Francisco José Caló quien llegó aquí como jefe técnico de la emisora en enero de 1945. A pesar de no ser muy alto, inspiraba respeto y confianza a la vez. Mucho tiempo después comentó que guardaba en su memoria la imagen de Arnoldo Alaniz y Héctor Sábato frente al micrófono cuando recorría las instalaciones de su nuevo hogar. Quizá yo haya sido testigo involuntario y a la distancia de aquel encuentro imperceptible para mí en aquel momento y que reunía a tres personas tan queridas.
Caló también fue jefe de la Estación Nacional de Telecomunicaciones y uno de los fundadores de Canal 3, el canal de circuito cerrado que comenzó a funcionar en 1966 y luego se convirtió en el actual Canal 6, del que fue director. Jubilado, decidió instalarse con su esposa Anita en el balneario Las Grutas.
Después de que Gonzalo renunciara el director de LU8 fue Juan José Fidanza a quien sucedieron en distintas etapas Pablo Juan Crivioli, Erminio Baggini, Carlos Lamuniere, José Chao Monzón, Ovidio Martínez, Aníbal Genzano, Tomás Diego Fox, Rosario Sánchez, Dora Vera (interventora), Francisco José Caló, Fernando Zárraga (interventor militar) y Hugo Emiliano Copertari (interventor militar).
De LRA30 Radio Nacional, Héctor Rubens Mansilla, Yolanda Agostino, Alejandro Chiarlotti, Carlos Quiroga, Héctor Ordóñez, Rodolfo García y Leonardo Jalil Bayer, Sebastián Tetelboin, Arnaldo Velázquez, Pastor Méndez, Rubén Darío Lagrás, Daniel Cravero y Ricardo Martínez.
Locutores y periodistas fueron formándose con los primeros directores en aquellas épocas cuando no había lugares accesibles para estudiar carreras universitarias afines. El que hubiera trabajado en radios como El Mundo, Excelsior, Belgrano y otras de la gran capital, podía considerarse con estudios universitarios. Aún hoy la mejor escuela sigue siendo la práctica.
Lo mismo ocurría con los operadores que eran introducidos en el dominio del corazón de la radio por quienes ya aquilataban experiencia.
Como muchos otros, César Catalán ingresó a ese lugar muy joven. Fue -según recordó en el programa emitido al cumplirse los 60 años de la emisora- el 9 de julio de 1956, cuando contaba con 16 años. Hasta entonces había trabajado junto a su padre Eduardo y su hermano Andrés en el establecimiento La Armonía en Ñirihuau. Fue allí donde Carlos Lamuniere le hizo el convite de ir a trabajar a la radio.
Cuando llegó en la mesa de control estaba Raúl Miranda y había que hacer la suplencia de Arnaldo Velázquez que había ascendido a locutor. Al tercer día estaban trabajando los dos solos.
Como lo que más le gustó fue la técnica decidió dedicarse a ella. Sus comienzos fueron con el exitoso programa “El disco que usted pidió”, auspiciado por Gadea Publicidad. Así fue tomando confianza y adquiriendo la experiencia necesaria como para realizar obras en radioteatro. Entre otras, algunas de Alberto Migré que compaginó junto a Alfredo Sadi.
Tanto Arnaldo como Roberto Buli Pérez y Nino Castro, en distintas épocas, necesitaban de la agilidad del operador para que siguiera el ritmo que querían imponer a sus programas.
En radioteatro “Madre Negra” tuvo un éxito extraordinario similar a “El inglés de los mirasoles”, “Paisanito zonzo”, “Un guapo del 900” con Lucía de Carlo. Con Federico Bernabé hizo producciones inolvidables como “Memorias de un médico de barrio”, obra en la que participaba Yolanda Agostino.
Con Pastor Méndez grabaron el audio de un Pesebre Viviente durante horas y horas, noches enteras junto al padre Monteleone resumidas en una hora y media. No importaba quién era el artífice, importaba el logro de “la radio”.
Aquel 11 de octubre de 2003 César también recordó que siempre le gustó hacer reir con su imitación de un mono. Un día hizo sonar la chicharra anunciando que quedaba abierto el micrófono a Pedro Brodi y Méndez. Al mismo tiempo comienza con sus monerías para hacer reír a los periodistas. Cuando se dispone a sentarse en la silla ve que en el vidrio de la consola estaba reflejada la figura de Caló mirándolo seriamente. Sus compañeros se reían imaginando la cara que iba a poner cuando se diera cuenta de quién estaba entre el público.
En esa oportunidad refirió que Carlos Bustos tenía una “chispa” especial y Roy lo complementaba extraordinariamente en Informalísimo, programa que comenzó a emitirse un 7 de setiembre. Carlos era admirador de Buli, quien en el escenario no necesitaba tener un libreto en la mano. Con él César hizo muchos programas, incluso cuando estaba en el Valle. Cada uno tenía sus preferencias musicales y lo evidenciaban en las selecciones que hacían para sus programas. A Buli le gustaba mucho la música ciudadana, a Nino Castro el jazz y al “Paspado” el folklore.
Fueron muchas las obras de radioteatro o adaptaciones que nos mantenían infaltablemente junto a los receptores. Recuerdo especialmente la primera que tuvimos el placer de escuchar: “Sucedió en Primavera”. Fue iniciativa del director Tomás Gonzalo y estaba escenificada en un ambiente rural de la Patagonia. En ella actuaban Emilio Saraco, Augusto Vallmitjana, Bambula Calegari, Roberto Porcel de Peralta, Irma Mateljan de Vallmitjana, Sergio Calegari, Luis Porcel de Peralta y Elena Bodi.
Ella fue la primera locutora de la radio y presentaba el espacio musical de la tarde “La hora amable del té”. Elena Bodi de Porcel de Peralta llegó en tren a Bariloche el 11 de octubre de 1943 proveniente de Balnearia (Córdoba). El mismo día que LU8 comenzaba con sus transmisiones.
Es una pena que para recordar todo aquello debamos recurrir a la memoria fugaz e imprecisa de los ocasionales oyentes porque alguien haya hurtado o destruído los archivos que de esa época de oro de la radio y de la historia de la ciudad habían sido preservados en valiosas grabaciones.
En 1960 fue la visita de los presidentes Arturo Frondizi y Dwight David Eisenhower, quien había comandado las tropas aliadas en Normandía durante la Segunda Guerra Mundial. La radio transmitió el acto de bienvenida desde el aeropuerto. Aún resuenan en mis oídos las voces del presidente del Concejo Municipal Osiris Sacido y del presidente norteamericano.
Tengo tantos recuerdos de esta radio amiga! Los partidos de fútbol y básquetbol, las carreras de auto, las noticias, las transmisiones en vivo de cualquier acontecimiento de interés para la población, el radioteatro… Qué tiempos aquellos! Entonces la radio nos mantenía informados, sus periodistas y técnicos acudían al lugar donde ocurrían los acontecimientos, y respondía las preguntas que nos hacíamos desde nuestro rol de oyentes.
Desde sus inicios nos acercaba las emocionantes alternativas de los partidos de fútbol que se jugaban en la cancha de Nahuel Huapi en la avenida Costanera donde está el club poseedor de pileta de natación cubierta. Llegaban a través de la voz de Ampelio Liberali, un destacadísimo trabajador de la radio que luego triunfó en Buenos Aires.
En 1949 LU8 transmitió uno de los grandes premios de Automovilismo Turismo Carretera. Por esa tarea su director recibió una plaqueta de oro destinada a la mejor transmisión desde el interior del país.
En 1954 se realizó la primera transmisión desde Viedma y Carmen de Patagones donde se enfrentaron los equipos de básquetbol de la selección de Bariloche contra Sol de Mayo y Jorge Newbery. Los relatos estaban a cargo de Pastor Méndez y los comentarios, de Héctor Sábato. Al cumplirse los sesenta años de la radio me enteré de una anécdota ocurrida allí, en Patagones. El joven relator de entonces recordaba durante el programa especial por el aniversario que “agrandado” entró al estadio acompañando a los operarios. Ellos debían izar una garita prestada por Prefectura para usarla como cabina de transmisión. Para su decepción, desde la tribuna un chiquito gritó entusiasmado: mamá!… mamá!… Vienen los carameleros!
Tiempo después ellos mismos hacían la primera transmisión desde San Martín de los Andes, también de básquetbol. El encuentro tenía lugar en una cancha que en la parte superior tenía una platea por la que se accedía a la confitería. Sentados frente a una mesa Sábato departía con unas personas de aquella ciudad neuquina. Uno de ellos se comprometió a conseguir la nómina de jugadores del equipo local. Estaba por comenzar el partido y la charla seguía. Pastor, que entonces tendría unos veinte años, le dice a esa persona: dále viejo, apurate que se hace tarde… y éste salió presuroso hasta el vestuario. Sábato le dice entonces a Pastor: boludo! No sabés que es Creide… el intendente?
Entonces el básquetbol generaba mucho interés en Bariloche y toda la zona. LU8 transmitía dos veces por semana desde el estadio de Boca Juniors en Mitre al 750 o desde el Ayekán Rucá en Gallardo 515. Muchas de esas transmisiones fueron seguidas con atención por mi grupo de amigos sentados confortablemente frente a un copetín pero confieso que otras muchas veces iba a ver los partidos para conocer a quienes eran los dueños de esas voces que nos hacían vibrar de emoción.
Pero como pasa casi siempre, una vez que la radio tuvo su prestigio y su bien merecido lugar en la casa de cada barilochense comenzaron los intentos por utilizarla para beneficio propio. Los sucesivos gobiernos verían en ella un influyente medio para llevar agua a su molino.
El gobierno Radical de 1964 decide la cesantía de ocho trabajadores. Durante el llamado Barilochazo del 28 de julio de 1970 LU8 transmitió en directo los acontecimientos desde la sede municipal. Allí exaltados vecinos impidieron la asunción del intendente Robespierre Panebianco, designado por el gobernador general Requeijo.
Por esa transmisión dos de sus periodistas fueron sancionados con cuarenta días de suspensión. Luego, ante la explicación de que estaban trabajando para la radio y la insistencia de Caló, la sanción fue dejada sin efecto. Recuerdo haber visto cómo Roy Madsen y Pastor Méndez luchaban por abrirse paso entre la multitud para colocar el micrófono de manera tal que quienes estaban atentos a los acontecimientos a través de la radio pudieran escuchar las expresiones de los protagonistas. Al resultar infructuosos los intentos, decidieron subir hasta la torre donde está el reloj y desde allí bajar el micrófono para que alcanzara a captar las voces de los interlocutores. Qué imagen… Si hubiera podido sacar una foto!
Hay otro hecho que recuerdo bien porque también participé. Aunque me reservo el derecho de decir si estaba en uno de los bandos o era mero espectador. Tras la asunción de Cámpora en 1973 la radio fue tomada por sus trabajadores aduciendo defensa de la fuente laboral. Poco después fue ocupada por un centenar de adherentes a la Tendencia Revolucionaria de la Juventud Peronista con armas de fuego de distinto tipo. Fueron desalojados al día siguiente por Gendarmería Nacional. Como represalia por la ocupación de LU8, grupos peronistas opuestos habían ocupado a la noche las dependencias municipales del Centro Cívico. Al día siguiente hubo tiros y dos heridos de bala. Ese mismo día a la noche, calmados los ánimos entre ellos, no tuvieron mejor idea que ir hasta la imprenta del Diario Bariloche de Abel Castro y quemarla. Qué injusticia, por Dios! Cientos, miles de pensamientos e ideas que habían quedado impresos en ese diario y eran guardados en el archivo fueron destruidos por la furia pasajera de quienes seguramente se arrepentirán de ese acto cobarde. Ni hablar del momento que hicieron pasar a su responsable quien debió acudir al lugar y pudo comprobar que tras los estertores de las llamas sólo quedaban las cenizas de tanto esfuerzo.
Fueron tantos los programas radiales que nos acompañaron a través de los años. Los oyentes podíamos ir comprobando cómo los periodistas y conductores iban tomando confianza frente al micrófono, cómo sus voces adquirían seguridad. Claro que entonces no éramos muy concientes de ello.
En aquel programa especial emitido cuando se cumplieron los sesenta años de la radiofonía local, y del que participaron antiguos trabajadores de la radio, pudimos enterarnos de algunos otros entretelones de lo que ocurría en la emisora y que no llegaba a nuestros oídos. Yolanda Agostino rememoró que cuanto más publicidad se hacía más barata era, salvo cuando asumió Caló que aumentó las tarifas el ciento por ciento. Entonces las cien tandas fueron reduciéndose hasta que con el tiempo volvieron a la cantidad anterior.
Había cuatro locutores por turno y la Sociedad Argentina de Locutores, con gran visión, no permitía las grabaciones. Con los adelantos técnicos llegó la pérdida de puestos para locutores. Allí Yolanda –disculpen la familiaridad pero era como de mi familia- señaló que un primero de enero eran cuatro locutores y tenían que cortar los temas musicales porque no les alcanzaba el tiempo para leer las tandas comerciales. Qué distinto fue después no? Daban ganas de poner algún aviso así no se decían tantas pavadas!
En ese programa también estuvo Sofía Pérez. Si habrán disfrutado El Barquito de Papel los chicos de Bariloche y la zona! Allí cada uno tenía su espacio para hacer lo que le gustara y supiera. El que quería cantar, cantaba; el que quería leer, leía; el que quería recitar, recitaba. Una vez fue un grupo de chicos a la escuelita de Ñirihuau. Desde allí la radio transmitió un festival artístico y acto que hicieron para celebrar el inicio del ciclo lectivo (setiembre-mayo) o un acto patrio, no recuerdo bien.
Durante esa celebración por los sesenta años Sofía asombró a los que escuchábamos extasiados esas anécdotas diciendo que ella siempre esperaba las transmisiones de boxeo de las que participaba el doctor Jesús Fanjul a través de cuyos comentarios se remontaba a la época de los griegos. Su vocabulario y expresiones eran extraordinarios. Su oratoria, excepcional.
Aníbal Barría trabajó mucho tiempo en el departamento comercial de la radio y supo de la predisposión de quienes iban a transmitir cualquier acontecimiento. Cada uno ponía su auto para los traslados y, si no lo tenía, recurría a algún amigo dispuesto a colaborar con la radio.
Las andanzas de Roy Madsen y Pastor Méndez trascendieron las fronteras de la ciudad. Una vez en Cinco Saltos, adonde habían viajado para transmitir las alternativas de un partido, estaban ubicados en la cabina y no alcanzaban a ver los nombres de los equipos que jugarían el partido preliminar. Unos creían ver La Rioja y Catamarca. Otros, San Luis y Santa Cruz. Mientras llegaba con la información un chico que habían mandado a confirmar los nombres y ante los infructuosos intentos le preguntaron a Roy qué veía en el tablero. A lo que Madsen respondió: qué tablero? Ja! ni el tablero veía. Cuando llegó el chico les dijo: en el tablero dice Locales y Visitantes.
Entre las personas que fueron aprendiendo los secretos de la radio y luego dejaron su impronta en compañeros y oyentes recuerdo a “Buli” Pérez y a Julia Boela cuyo nombre artístico fue Silvia Echegaray. Buli era muy alegre y fue quien acuñó el slogan “Bariloche, Capital de los Lagos del Sur”, tantas veces reproducido y que tan bien pinta el lugar de privilegio que esta ciudad tiene entre los destinos turísticos del país. Era muy emocionante escucharlo presentar números artísticos en vivo. Parecía nutrirse de la energía que irradiaba el público.
Julia, animadora y actriz de radioteatro, participó en la puesta al aire de “Madre Negra”, esa obra que trajo Alfredo Sadi, un tipo excepcional. Locutor, actor, director de teatro, cómo manejaba el tema de la musicalización!
Un día de 1976 fue imposible escuchar la radio. Durante el gobierno militar fue clausurada todo un día por haber difundido uno de los tantos temas musicales prohibidos. En el marco del programa “El disco que usted pidió” algún oyente solicitó “El cóndor pasa” pero por error pudo escucharse “El cóndor vuelve”, una creación que exalta la figura de Ernesto Che Guevara. No sé si no fue la única radio estatal clausurada por ese motivo. Inmediatamente después sobrevino la intervención militar.
Ernesto Mones Ruiz transmitía su Noche de Gala desde la Posta del Río, en Puerto Moreno, espacio al que eran invitadas personalidades de la ciudad. Así pasaron por la mesa Mona Maris, novia de Carlos Gardel que vivía en el Bariloche Center, el filántropo local Boris Furman… Este periodista también hacía un micro desde la calle y en una oportunidad entrevistó a Conrado Varotto, científico que trabajó y dirigió Invap –Investigaciones Aplicadas- y que con el tiempo sería considerado de primerísimo nivel.
Aunque rehacer el archivo de LU8 resultara una tarea faraónica hubiera sido provechoso iniciar una campaña para que los vecinos contribuyeran a rescatar datos y hechos difundidos por una emisora que hizo historia. Muchos de nosotros poseemos fotografías, grabaciones o escritos que reflejan – a veces fielmente, otras, tamizados por sentimientos y fallos propios de la memoria humana- los acontecimientos distintivos de esta ciudad. Un buen lugar para resguardarlos hubiera sido el Archivo Histórico Regional que coordina Ricardo Vallmitjana o el Museo de la Patagonia “Francisco Pascasio Moreno”.
Quizá alguien, intentando emular a esos pioneros de la radiodifusión en la región, destine tiempo a estudiar cómo fueron hechas aquellas transmisiones por el mero hecho de aprender y valorar su esfuerzo. Con qué dedicación e inversión de tiempo fueron logrados los detalles técnicos. En este sentido, el avance tecnológico vertiginoso de los últimos años conlleva un beneficio en la calidad del mensaje. O la optimización de su objetivo.
Sentado frente a la pantalla que ocupa toda la pared de mi departamento acabo de escuchar y ver que un nuevo descubrimiento científico promete hacer historia. Un diminuto chip insertado en el cerebro de los niños cuando aún anidan en el útero materno les permitirá seleccionar mentalmente el momento y la estación transmisora que deseen sintonizar recibiéndola inmediatamente en una pantalla similar a la que poseo.
Estos avances no han dejado de sucederse desde 2016 cuando fui incluido en un programa de rejuvenecimiento intensivo. Fuimos seleccionados unos cuantos voluntarios. Me eligieron porque mantenía en mi memoria muchos datos considerados útiles para el futuro.
En mi caso fueron potenciados los impulsos nerviosos en el área que rige la memoria y, a través de un complicado mecanismo, los neurotransmisores están orientados a los nervios que hacen posible la articulación de palabras y la escritura. Es lo que necesitan de mí.
Estos procedimientos lograron recuerdos más certeros. Serán utilizados para intentar colonizar las comunidades recientemente descubiertas en el más cercano sistema solar.
Como son consideradas inferiores, el gobierno mundial que nos rige decidió infiltrar habitantes especialmente preparados. Locutores, periodistas, programadores y operadores de sofisticada tecnología serán destinados a emisoras radiales estratégicamente ubicadas en la geografía aún poco conocida. Pretenden tener dominado el planeta en unos sesenta años. La tarea estará concluida para 2080…
Teresita Méndez